¿Qué proyectos afronta la ingeniería renovable en el Siglo XXI?

3 junio 2019
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Los beneficios de la ingeniería medioambiental

El inicio de los servicios medioambientales se remonta a mediados de los años 70 coincidiendo con la crisis del petróleo. Abarca un amplio espectro de actividades, que varían desde la producción de energía eléctrica a través de las distintas tecnologías renovables, hasta actividades de minimización del impacto ambiental en el medio a través de distintas tecnologías y procedimientos de trabajo.

Los beneficios que ha supuesto sobre el medioambiente las aplicaciones tecnológicas encaminadas a reducir el impacto son de tal envergadura, que podemos decir que hoy en día de no haberse implementado todas las medidas para reducir el impacto sobre el medio, muy probablemente hoy la incidencia de la contaminación sobre el planeta derivada de la actividad humana sería irreversible.

Al abrigo de este espectacular desarrollo tecnológico encaminado a reducir el impacto sobre el medio han surgido infinidad de compañías, instituciones, asociaciones, y sobre todo un marco regulatorio a nivel europeo, estatal y local sin parangón.

Hoy en día existen numerosas empresas cuyo “alma” y “razón de ser” no es otro que el de reducir y minimizar el impacto sobre el medio ocasiona la actividad humana. Desde el año 2003 AEMA forma parte de estas empresas, ofreciendo servicios de ingeniería en las energías renovables en sus distintas modalidades: energía fotovoltaica, energía eólica, biomas, etc..

Participamos en todas las fases del proyecto: elección del emplazamiento optimo, estudios de rentabilidad, mediciones ambientales en continuo, ingeniería de detalle, tramitación medioambiental, patrimonial, urbanística, diseño del trazado de las líneas de evacuación, proyectos de restauración, análisis de medidas correctoras y compensatorias, etc.

Cada una de estas fases engloban la realización de estudios y trabajos de campo totalmente necesarios para la autorización administrativa del proyecto ante el órgano sustantivo. Podemos destacar la realización de estudios anuales de avifauna, murciélagos, estudios del paisaje, estudios de inundaciones, mediciones acústicas, estudios botánicos, etc… todos ellos realizados por el personal propio de AEMA.

Cada vez la normativa nos obliga más a que las nuevas actividades sean cada vez más inocuas sobre el medio ambiente. Es por ello que en AEMA nos hemos especializado en este campo tan concreto, pero a su vez tan dinámico como es la ingeniería medioambiental en todas sus vertientes: contaminación acústica, impacto paisajístico, afecciones a flora y fauna, gestión de espacios protegidos, integración arquitectónica, así como el empleo de materiales que en su fabricación se han utilizados los procesos tecnológicos más avanzados y menos impactantes existentes en el mercado.

¿Qué deparará el presente siglo a los proyectos de ingeniería de energía renovable?

 

La solución lógica pasa por construir un nuevo proyecto para ir en detrimento de la utilización de los llamados “combustibles sucios”, que son: carbón, petróleo, gas..  por energías renovables y se apueste por proyectos de ingeniería renovable, todo dentro de una “metamorfosis” que debe de cambiar en los sectores y comunidades que actualmente dependen en exceso de los comburentes citados en líneas anteriores.

Para ello, desde AEMA opinamos que se debe de poner en común “como un primer paso firme” a nivel europeo un modelo del control sobre la energía renovable. Éste cambio ya está germinando en otros lugares del mundo y organismo no gubernamentales, se están movilizando para que gobiernos que aun no tienen en sus planes de acción la ingeniería, apuesten por los mismos, para que toda la ciudadanía forme parte de ella y disfrute de sus beneficios.

Para acabar, la apuesta total por la ingeniería renovable no solo es la opción más segura para el planeta, sino también para la economía global. Un modelo basado mayoritariamente en energías renovables y ahorro energético crearía más de 3 millones de puestos de trabajo en el nuestro país, incrementaría en dos puntos anuales el PIB y disminuiría la factura energética en un 31% con respecto a las del 2018.